Su cueva, a 400 metros de Zugarramurdi, se puede visitar hasta el anochecer. No contiene gran cantidad de estalactitas ni estalagmitas, ni en sus paredes se han descubierto pinturas rupestres.
Sin embargo, conserva un atractivo casi único; un halo mágico que la envuelve por haber sido hasta el siglo XVII escenario de akelarres.
Reuniones paganas en las que hombres y mujeres escapaban de la rutina a través de festines desenfrenados, danzas en torno a hogueras y orgías a la luz de la luna.
Un enclave natural en el que resuenan los ecos de la historia y la leyenda.
Hace 400 años, en 1610, 31 vecinos de Zugarramurdi fueron procesados en Logroño por practicar brujería y malas artes. Les acusaban de adorar al diablo en akelarres, que no eran más que reuniones vecinales en las que se cantaba, bailaba, comía y bebía para desconectar de la rutina diaria.
Con la esperanza de terminar con las torturas a las que se vieron sometidos, se confesaron culpables de actos ímprobos que sólo existían en la mente de los denunciantes.
El Tribunal de la Inquisición condenó a 11 personas a morir en la hoguera.
Reuniones paganas en las que hombres y mujeres escapaban de la rutina a través de festines desenfrenados, danzas en torno a hogueras y orgías a la luz de la luna.
Un enclave natural en el que resuenan los ecos de la historia y la leyenda.
Hace 400 años, en 1610, 31 vecinos de Zugarramurdi fueron procesados en Logroño por practicar brujería y malas artes. Les acusaban de adorar al diablo en akelarres, que no eran más que reuniones vecinales en las que se cantaba, bailaba, comía y bebía para desconectar de la rutina diaria.
Con la esperanza de terminar con las torturas a las que se vieron sometidos, se confesaron culpables de actos ímprobos que sólo existían en la mente de los denunciantes.
El Tribunal de la Inquisición condenó a 11 personas a morir en la hoguera.
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